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Un Viernes Santo sin Viacrucis en USA

Aspecto de la capilla del cerrito, en Autlán Jalisco

Todavía lo recuerdo como si fuera ayer. Cada año en semana Santa, empezaba todo desde el día Jueves, donde en la iglesia “de las Montañas” se hacía el lavado de pies, y se repartía la ofrenda de panes. Al siguiente día antes más o menos al medio día, iniciaba la travesía de la personificación del viacrucis en su camino hacia la Capilla del Cerrito, seguido por el sábado de Gloria para finalmente dar paso al Domingo de Pascua.

La capilla del Cerrito, que conocemos a esa pequeña montaña tan famosa en el pueblo de Autlán de Navarro que es donde nací, se ubica en lo alto de la misma, justo a un lado de la piedra tan famosa de la que platican los abuelos, nuestros padres y nosotros mismos. En esa capilla cada año había dos celebraciones especiales: la misa después de terminado el viacrucis, y la misa de mañanitas a la virgen de Guadalupe.

El viacrucis que es de lo que voy a hablar hoy, iniciaba al pie del cerrito, por el barrio conocido como los Arquitos que es donde inicia también el camino para subir al mismo, y que por estar un poco más acomodado merecía el nombre de carretera. Si, por ese camino subían (y quizás aún suben) autos y camionetas cargando principalmente agua o incluso materiales que han sido utilizado para la construcción o arreglo de la capilla como se conoce antes, aunque en ocasiones como en la fiesta de la virgen de Guadalupe, subían también la comida, objetos para venta y las pinturas de fondo para las fotografías.
Cruces a mitad del camino hacia la capilla, de diferentes años, la de concreto es la más vieja.

Pues bien, iniciando al pie del cerrito, se iban haciendo paradas en cada una de las 15 cruces que se encontraban al lado del camino. Entre resos, lamentos y la personificación de esas escenas tan famosas para los católicos en donde se recuerda el camino de Jesús hacia su crusificción, iba la gente detrás, y entre ellos, mi familia y yo.
La última cruz antes de llegar a la capilla del cerrito, deterioradas por el tiempo y la falta de mantenimiento.

Según me dijo mi mamá, el viacrucis ya no se hace en el cerrito, sino en las calles, y ya no es tan concurrido como era antes. Supongo que tampoco se pone tanta atención a los detalles, a los vestuarios, a los personajes, a la personificación.

El último viacrucis que recuerdo, fue uno en donde también estaba mi abuelita. Aunque todos sabíamos que eso no era más que una representación, personas mayores como ella se emocionaban hasta el llanto. Varias veces la ví secarse las lágrimas y sentir pena por ese hombre vestido de Jesús, que iba a morir en la cruz para salvarnos.

Después de terminado todo el viacrucis, de “clavar” a cristo en la cruz, sucedía que el cielo antes muy soleado, se nublaba. No sé si todos los años sea así, pero al menos los que yo recuerdo, era curioso encontrar que en ese sentido, se parecía mucho a la historia contada en la iglesia.

La gente entonces bajaba a sus casas, a llorar y pasar en calma ese día en que Jesús (nuevamente) había muerto. Y esperar entonces hasta el Domingo, donde según las escrituras, resucitaría.
El Camino de la “Carretera” para subir al cerrito y llegar a su capilla.

Todo esto ya no lo he vivido, no queda sino en la memoria,  y los recuerdos que nos traen tanta nostalga, a veces quisiera que regresaran. No solamente ya no se hacen los viacrucis en el cerrito, sino que la capillita ya es capilla, el camino se ha ido desmoronando y perdiendo su forma, las cruces poco a poco se destruyen por la acción del viento, la lluvia y la falta de mantenimiento, y la gente, la que asistía a ese evento, ya no está, como ya no lo está mi abuelita.
La escalinata que se hizo para tener más espacio para que las personas puedan tomar asiento durante la misa.

Aquí en Estados Unidos es difícil ver una representación así. La diversidad de religiones y de alguna manera el otro aspecto de la pascua hacen quizás que pase desapercibido, que lo vayamos olvidando, o es simplemente que en nuestros pueblos aún se conserva un poco la tradición, por lo menos en esos aspectos. 


Un viernes Santo sin Viacrucis en USA, es un viernes que sólo es especial por lo que representa y por las memorias que guardamos.
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